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A Contratiempo
Jueves 25 de Abril del 2024
ISSN 2145-1958 | RSS

El Cauca le canta a Popayán

Ismenia Ardila

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     Tres instituciones se unieron para protagonizar, en el Teatro Guillermo Valencia, el acto académico-cultural que destacó un patrimonio cultural aún por descubrirse y preservar: los violines de negros del Cauca, llamados así para diferenciarlos de los intérpretes del instrumento y la música universal. Éstos constituyen un reducido grupo de afro descendientes habitantes del departamento, que han mantenido la tradición de hace dos siglos y que empezó a reconocerse a raíz de la participación en el Festival del Pacífico Petronio Álvarez en Cali, donde en el 2008 se creó la categoría de “violines caucanos”.

     En el desarrollo del programa “El Cauca le canta a Popayán”, establecido por la administración del teatro para dar espacio a la cultura de la región en el máximo templo del arte de la capital del Cauca, iniciativa que goza del respaldo de la administración municipal y del apoyo de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Cauca en el marco de los 183 años de la Alma Mater, los asistentes disfrutaron de la presentación del vídeo documental “Violines de negros en el departamento del Cauca”, que recoge la investigación liderada por la docente Paloma Muñoz y el testimonio vivo de los músicos del grupo “Palmeras” que conservan esta tradición, oriundos de la vereda El Palmar, de Santander de Quilichao.

     El documental pone en escena cómo las comunidades afro del Cauca, en condición de esclavos, se relacionaron con un instrumento europeo a través de las comunidades religiosas y en las haciendas. A través de la imitación, elaboraron sus propios instrumentos en guadua y crin de caballo y le dieron su propia identidad, expresa en la interpretación de bambucos, fugas, bundes y torbellinos que hablan de su cotidianidad y resistencia.

     Finalmente, los campesinos de la vereda Palmeras de Santander de Quilichao, bajo la dirección de Luis Edel Carabalí, arribaron al escenario y encendieron la alegría de los asistentes. La música habló por sí misma, permitiendo el reconocimiento de una tradición bajo la guardia de la tradición oral y despertando el interés del público heterogéneo y citadino presente.  

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