Título de los discos: Gaita negra y La Flor del Melón
Desafortunadamente muy
poco o nada se conocen y se apoyan en Colombia producciones discográficas
independientes de músicos “tradicionales” colombianos para
quienes no deja de ser difícil abrirse camino en la escena e industria
musical en el país. Es el caso de “Gaita
Negra” y “La Flor del Melón. Paíto, Gaiteros de Punta Brava”
cuyo director es “Paíto” Sixto Silgado Martínez, excelente
músico y compositor nacido en 1939 en Flamenco, un pequeño corregimiento
de María la Baja en el departamento de Bolívar, Colombia.
Ganador en varias
ocasiones de importantes festivales de la música de gaita como el Festival
Nacional de Gaita de Ovejas (Sucre) y los Festivales de Gaitas
de los barrios el Socorro y Ternera en la ciudad de Cartagena, en los años 60 este
gran representante de la tradición de la gaita negra, propia de los
Montes de María, se fue a vivir a Isla Grande en Barú, momento en el que
creó su primer grupo junto al tamborero Encarnación
Tovar, “El diablo”, hoy fallecido.
El primer disco de “Paíto” Sixto Silgado, quién de hecho ha participado tocando en grabaciones de agrupaciones colombianas como Curupira o Los Aterciopelados, fue “Gaita Negra”grabado en el 2004 gracias a la iniciativa de Urián Sarmiento y Felipe López directamente en Isla Grande. El CD del cual cabe subrayar la excelente calidad de las grabaciones y en general del resultado final, terminó de producirse en el 2006 en Bogotá.
En la música de gaita,
cuyo formato actual incluye una gaita hembra, una gaita macho, una maraca,
un tambor alegre, un llamador, una tambora y voz, existen tres aires
: la Gaita corrida, el Porro de gaita y Merengue o Puya. En el primer disco de Paíto,
encontramos aires de porros, sones de gaita, gaitas
corridas y merengues así como el fragmento de una entrevista hecha
a “Paíto” que pueden escuchar a continuación. Entrevista
“Cuando
yo aprendí a tocá gaita, el viejo mio era gaitero…
Papá me llevaba pa la casa y cuando tenía el tiempo desocupado me hacía mi gaitica cortica
y me ponía yo ahí a chuzar mi gaitica; todos los días cogía mi gaitica, cuando venía del monte
cogía mi gaitica, ahí fui creciendo”.
El encuentro de este músico con músicos citadinos parece haber tenido un momento clave al rededor de 1999 cuando “Paíto” y su grupo viajaron a tocar a Bogotá por primera vez gracias a Rafael Ramos. En esa ocasión “Paíto” tuvo la oportunidad de intercambiar con varios jóvenes músicos, entre ellos precisamente Urián Sarmiento. Diez años más tarde y después de haber grabado "Gaita Negra", en abril de 2009 apareció el segundo disco de Sixto Silgado “La Flor del Melón. Paíto, Gaiteros de Punta Brava” grabado en ConstainStudios en Bogotá. En ese segundo disco a parte de los ritmos presentados en el primero, se incluyen rondas infantiles, un bullerengue sentao y un fandango de los cuales 2 temas fueron digitalizados de los originales en casete.
La flor del melónEse mismo año gracias
a la gestión de Natalia Parrado, etnomusicóloga residente en París que trabaja sobre la gaita negra,
“Paíto” viajó a París en dónde tuvo la oportunidad de hacer varias presentaciones y una clase
magistral con músicos europeos y colombianos.
Después de su regreso de Europa dió
un par de conciertos en Bogotá en el Museo Nacional y otro en la Biblioteca Nacional
para promocionar el disco y posteriormente viajó a Brasil en donde también hizo varias presentaciones.
Los temas de las canciones
de los dos CDs, como en muchas de las composiciones de músicos “tradicionales”,
relatan pequeñas historias del día día, sentires y anécdotas de
la vida de "Paíto". Acá un fragmento de un porro, uno de los temas
del disco “Gaita Negra” : La promesa
“Yo mi voto no se los doy
claro por que tengo razón
porque la peor vaina que hacen
es descomponer
la nación
Cuando llegan a la presidencia
se les olvidan las promesas
por eso es que tienen plata
no compadecen
de la pobreza”
La versatilidad de las composiciones, el estilo improvisativo, las diferentes dinámicas interpretativas y la riqueza melódica de los temas de “Gaita Negra” y “La Flor del Melón. Paíto, Gaiteros de Punta Brava” son una valiosa muestra de la calidad musical de estos trabajos discográficos de Sixto Silgado y su grupo.
"Paíto", para quienes
tenemos la suerte de haber compartido algunos momentos con él sabemos
que es un hombre con mucha fuerza, de una gran riqueza humana e igualmente un gran músico
con una sorprendente destreza y sentimiento para tocar
e improvisar con la gaita.
Hace unas semanas tuve la suerte de escucharlo junto a "Lamparita"
Franklin Tejedor (joven y gran percusionista palenquero) tocando
con Curupira en un bar en Bogotá y me impresionó mucho
que a pesar de sentirlo ajeno al trajín
de Bogotá, su tranquilidad era palpable. Su habilidad para acoplarse a
los demás músicos con los que tocó fue indiscutible y en resumidas
cuentas fue en gran parte él quien llevó la batuta del espectro sonoro en cada
una de sus intervenciones esa noche.
Una vez más pensé mientras lo escuchaba lo ambiguo que es que en un país que promueve la "protección" de
su diversidad y patrimonio cultural músicos como él no reciban un real y merecido reconocimiento
por sus saberes y sus aportes a la cultura musical de Colombia.
Esperando que las cosas
cambien para "Paíto" y para muchos otros músicos como él, por un lado
es necesario valorar la iniciativa, la dedicación, el amor y el interés
que algunos y algunas han tenido de ayudar, con sus propios medios, a
músicos "tradicionales" para venir a Bogotá, para salir del país y dar a conocer su música
dictando talleres, tocando y como sucedió con "Paíto", grabar discos de forma independiente y de muy buena calidad.
Por el otro, como ya se mencionó al principio, desafortunadamente esas grabaciones no han
tenido el apoyo ni la difusión por parte de la mayoría de entidades
culturales colombianas, medios de comunicación o del sector privado.
Es por lo tanto indispensable cuestionar cuales y cómo son las condiciones actuales en las que estos músicos "tradicionales"
se ven obligados a trabajar y a intentar salir adelante en una escena musical nacional y global
en la que aparentemente prima el desarrollo del mercado y la industria cultural sin
tener en cuenta, en muchas ocasiones, las realidades, las preocupaciones y los deseos de los músicos.
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