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Edición musical en la Universidad del Valle

Reseña

Jaime H. Quevedo

2015-12-15




Edición musical en la Universidad del Valle





Celebramos la decisión de la Universidad del Valle y su programa editorial, como entidad universitaria del occidente colombiano, al asumir un proyecto editorial musical que le da existencia y perspectiva de sonar a repertorios colombianos de compositores de la región. Diez obras de cámara, compuestas por músicos de reconocida trayectoria y escuela, se publican en esta producción editorial. Una decisión que les da presencia física y oportunidad de existir a estas obras incluidas como expresión y práctica musical.

Este es un acercamiento a la producción editorial de la serie “Música de Cámara” de la Universidad del Valle y se propone como un aporte de comentarios e ideas sobre la edición musical plasmada en el resultado de este trabajo. Un proyecto editorial que se ocupó cuidadosamente de incluir, además de la partitura general en bolsillos de solapa internos, las partes de cada instrumento, lo cual hace muchísimo más viables las posibilidades de ejecución.



De las obras editadas en la serie “Música de Cámara”

I Colombianas N°3 para viola y piano, dedicada a la desaparecida violinista y pedagoga colombiana Olga Chamorro, y II Sonata para violín y piano. Dos obras, en la misma edición, del reconocido Maestro pianista y compositor Luis Carlos Figueroa, publicadas en la misma edición, que incluye la parte solista, infortunadamente no como parte separada sino incorporada en la encuadernación. Dos piezas de cámara realizadas con la cuidadosa maestría que proporciona la acumulada madurez creativa del maestro, fiel a su escuela, tradición y trayectoria compositiva.

Bicinia Columbiana N°1 para clarinete, crystal glasses y marimba, dedicada al clarinetista colombiano Javier Asdrúbal Vinasco, como testimonio de admiración y gratitud (tal como aparece en el encabezado de la primera página de la obra) y Bicinia Columbiana N°2 para flauta y viola dedicada al flautista colombiano León Giraldo, con estimación y aprecio, es la dedicatoria que el maestro compositor Mario Gómez Vignes incluye en los respectivos encabezados de la primera página de cada pieza. El maestro precisa (Bicinia, en latín plural de Bicinium) y (Columbiana) la forma latinizada de Colombiana. Un álbum con dos obras para dueto de instrumentos, escritas en Colombia en un proceso de elaboración iniciado en 2006 y concluido en el 2014. Constan a su vez de dos partes, dos movimientos contrastantes en lenguajes e ideas completamente diferentes. Nos informa también Gómez Vignez que La Universidad del Valle hizo una primera edición a través de su Programa Editorial en abril de 2015, esta publicación sería entonces la segunda edición. Las obras incluidas en esta edición representan una audaz e interesante creación musical que explora sonoridades, registros, recursos sonoros y un exigente rigor rítmico. Incluyen además de instrumentos convencionales, copas de cristal y la voz en combinaciones muy interesantes. El arrojo del maestro Vignez constituye un valioso aporte que integra y reconoce las habilidades y posibilidades de músicos de alta escuela, capaces de acometer los desafíos técnicos y estéticos de las obras publicadas. Un interesante aporte al repertorio musical colombiano de su género.

Dos movimientos para cuarteto de cuerdas dos violines, viola y violonchello, del compositor Rodolfo Ledesma (con S) pues aparece escrita también con Z en la edición, una propuesta compositiva para un formato convencional y tradicional en un lenguaje contemporáneo con interesantes exigencias técnicas y un activo impulso rítmico, una pieza de cámara que enriquece el repertorio colombiano y muestra los alcances compositivos de su autor.

Elegía y Paseo dedicada a Francesco Belli, del compositor y guitarrista Héctor Manuel González escrita para Clarinete en Bb, Guitarra, fagot y quinteto de cuerdas Vln I y II, Vla, Vc y Cb. Una interesante obra que según señala su compositor, es posible interpretar con participación de un conjunto de cuerdas y los tres solistas o, con participación de un grupo de cámara en donde todos los integrantes son solistas, es una opción que diversifica las posibilidades de interpretación y que aporta una densidad sonora que cambia en la misma obra. Cuenta Hector, que esta pieza fue escrita originalmente para corno y piano. La Elegía como homenaje a Bernardo Jaramillo evocando los impresionistas franceses favoritos del autor y El paseo, una recreación del patrón del bajo del paseo vallenato.

Y del mismo compositor, la obra La muerte y el garabato, dedicada a Alexandra López flautista que estrenó la pieza junto a Patricia Pérez y Fred Hood, escrita para Flauta, Violocello y Piano. El maestro González la describe como un díptico que pretende mostrar dos visiones contrastantes de la muerte: la de la cultura occidental y la africana. La segunda parte, la danza, es una elaboración sobre el patrón del llamado "garabato" de los carnavales de Barranquilla.

Cantos de la noche. Del director de orquesta, compositor y profesor Alberto Guzmán Naranjo, una composición para coro mixto: dos Sopranos, dos Contraltos, Tenor y Bajo, y orquesta de cuerdas (violín I y II, Viola, Violonchelo y contrabajo). Una exigente composición coral e instrumental sobre cinco poemas de José Manuel Arango, en donde texto y música conjugan su lenguaje expresivo en función del sentido poético. Guzmán, pone a disposición una pieza de cámara en este formato que enriquece el repertorio musical colombiano.

La segunda obra del mismo compositor, reseñada y editada en esta serie, es: La amada sueña el infinito abierto, sin sangre ni guerreros, para mezzosoprano, narrador y nueve instrumentos: Piano, cuatro violines, dos violas, violonchelo y contrabajo. Los textos provienen de los poemas de Carlos Vásquez Zawadski (del libro: “Diario para Beatriz”), primera obra conocida de Dante Alighieri, escrita entre 1292 y 1293, poco después de la muerte de su amada Beatriz.

Del mismo compositor la obra de cámara “Macondo – El Agua de los Lebrillos”, quinteto para clarinete, marimba, viola, guitarra y percusión, en cinco movimientos, dice Guzmán “de la magia que se teje en los escenarios de la obra de García Márquez”, como lo asocia el compositor en cada movimiento. Son ellos como lo describe el propio Guzmán:



I. La predestinación de Aureliano Buendía (Según Gerald Martin, es el personaje en el que Gabo ha puesto más de sí mismo)

II. Los presagios de Amparo Moscote (el gran amor del futuro coronel: “La presencia de Amparo Moscote en la casa fue como una premonición” (Vivir para contarla)

III. La adivinación de Pilar Ternera, que nunca acierta en su propia vida amorosa – “identificándolo siempre con los hombres altos y bajos, rubios y morenos, que las barajas le prometían por los caminos de la tierra y los caminos del mar (Cien años de soledad)

IV. Las supersticiones de Tranquilina Iguarán (la abuela de García Márquez)

V. Los rituales del agua de los lebrillos, de Bendición Alvarado. El método adivinatorio, que aparece primero en El Carnero de Juan Rodríguez Freile, es citado en El amor en los tiempos del cólera y en El otoño del patriarca. (“Bendición Alvarado a quien los textos escolares atribuían el prodigio de haberlo concebido sin concurso de varón y de haber recibido en un sueño las claves herméticas de su destino mesiánico” (El otoño del patriarca)



Alberto Guzmán, conocedor de la estrecha relación de García Márquez con la música y de la prodigiosa superstición del célebre autor, afirma que los personajes de sus obras están marcados, de alguna manera, por signos mágicos que se resuelven en rituales atávicos que la curiosidad y el asombro han creado para entender y conjurar los misterios de la vida. Macondo es como un epicentro de las fuerzas misteriosas que tejen los hilos de esas historias.

Esta obra propone un interesante formato instrumental de cámara, con un exigente nivel técnico, rítmico y dinámico, por sus constantes cambios de compás y el equilibrio sonoro que implica su interpretación, dadas las diferencias acústicas de los instrumentos elegidos por su compositor. Un desafiante reto compositivo, técnico y estético que suma en el repertorio de cámara colombiano.

Este producto editorial es el resultado de un esfuerzo meritorio y necesario que reconoce la contribución creativa de la obra de cámara de compositores colombianos que han realizado su actividad profesional, musical y artística en el sur occidente colombiano.

Con las obras incluidas en esta serie del Programa Editorial de la Universidad del Valle, se abre la posibilidad de desarrollar líneas editoriales musicales que le den visibilidad y posibilidades de sonar a la música que ha tenido una circulación muy limitada o casi ninguna. Viene sin duda una segunda etapa que es la producción fonográfica, una oportunidad que nunca antes había estado tan preparada y que sin duda contribuirá al conocimiento y la difusión de tan importante repertorio.

Esta documentación también se encuentra integrada y disponible en las colecciones de la Biblioteca de la Universidad del Valle, de la biblioteca Luis Angel Arango del Banco de la República y ahora en la colección de partituras del Centro de Documentación musical de la Biblioteca Nacional.

En Colombia hemos venido construyendo proyecto editorial musical y eso implica aprendizajes. Con el mejor espíritu constructivo se plantean algunas sugerencias generales que sin duda mejorarían la calidad del producto editorial musical. Es importante darle unidad editorial de forma tal que se unifiquen los criterios editoriales de la producción entre ellas: las fuentes, tipos, tamaños, y la distribución de los espacios impresos en la página, en una proporción que le dé legibilidad a la música y que aproveche la disposición de la música en la página. Dada la inexperiencia en la impresión de este tipo de materiales, esto ocurre todo el tiempo y genera tensiones entre editores e impresores, es allí realmente el proceso que requiere muchísima exigencia en el cuidado de la impresión, este imperativo técnico evita la presencia de inocultables errores, manchas, transparencias, residuos de tinta, como infortunadamente sucede con algunas de las piezas impresas en esta edición.

Afortunadamente, muchas cosas se pueden corregir antes de hacer un nuevo tiraje de impresión. El esfuerzo es meritorio y de altísimo valor, existe una dispersa producción editorial de música escrita individual e independiente. Sin embargo, considerada la inexistencia en Colombia de un proyecto editorial de la música que genere una cadena de producción distribución y consumo, falta mucho para ello, este resultado es muy importante y muestra los valiosos avances y la perspectiva que tiene de existir como expresión cultural de la música y de la producción musical de diversas tradiciones musicales en Colombia.

Agradezco a los maestros Mario Gómez Vignes, Hector Manuel González y Alberto Guzmán Naranjo la información enviada, sus valiosos aportes fueron claves en la elaboración de esta reseña.



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